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TOTA





Tota es una niña mimada. El trabajo la fastidia. Ella misma lo dice. Querría pasarse todo el día entretenida en sutilezas.

  Su papa le ha dicho que le aflige su desapego a las ocupaciones serias, porque en nuestro tiempo toda niña  debe aprender a ganarse el pan.
   ¿Ganarse el pan? Tota se burla para sí de semejante idea. ¿Ella, dactilografía? ¿Ella, maestra de escuela?

    No. Tota será una hermosa dama, muy elegante, que solo saldrá en auto, tendrá un collar de perlas e invitara a sus amigas a tomar el té. Entre tanto, pierde tiempo jugando con Marques, un lindo gato Angora. ¡Es una monada¡ corre tras los ovillos de lana y cuando se echa perezosamente, todo,  blanco, sobre su cojín de terciopelo negro tiene tanta gracia tanta dignidad, que cualquiera diría que es el rey de los gatos.
     A su lado Trapito, el gato favorito de Agustina la cocinera, se diría que se ha tostado de tanto dormir junto al hornillo.
     Pero Agustina no cesa de elogiar a su gato flaco; no es ladrón es cariñoso y atrapa ratones como ninguno. En cambio Marques es un egoísta que solo piensa  en él, y con tal que tenga la escudilla llena de leche nada le importa de los ratones.
    La cocinera daría diez Marqueses por un trapito. Naturalmente, Tota protesta, y para demostrar hacia qué lado se inclinan sus actos, ahuyenta a escobazos a Trapito cada vez que tiene el atrevimiento de introducirse a la sala.
    Pero he aquí que la otra noche Tota despertó sobresaltada por un ruido raro… ¿sería un ratón?...  





Se levanta, se dirige a la salita donde Marques duerme en su almohadón de terciopelo, lo toma en sus brazos y cariñosa le dice:
    -Ven querido; ven a defender a tu patrona- Deposita al precioso animal en el rincón de donde parte el ruidito y, tranquilizada, se acuesta y duerme.
    A la mañana encuentra a Marques  acurrucado sobre su cama. ¡Qué monada¡ Sin duda se ha comido al ratón. Hay que darle doble ración de leche. A la noche siguiente, Tota despierta  de nuevo sobre saltada. Esta vez  el ruido es de pasitos ligeros. ¡El ratón ¡¿De modo que Marques no se lo ha comido…?
    Tota da gritos de espanto. Acude su madre y aconseja:
--Es preciso ir a buscar a trapito.
Trapito es sacado del cesto viejo donde duerme sobre una bolsa y es llevado al dormitorio de la niña. A penas entra, se pone al acecho. Transcurre un cuarto de hora. De pronto de un formidable salto...! Ha atrapado al ratón y sale corriendo hacia la cocina llevándose su presa ¡
 --¿Ha visto señorita?—dice Agustina con orgullo—Su Marques tan lindo y mimado, no pasa de ser un inútil. En cambio, Trapito, ha sido su salvador.
  El padre de Tota mira a su hija con mirada significativa:
 --Ya ves cómo se juzga a los perezosos e incapaces.

   La lección ha sido provechosa para Tota y desde ese día la niña se afana por aprender, por trabajar por ser útil.


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